Cada sistema tribológico, definido como el conjunto de máquina y lubricante, cuenta con unas características particulares, por lo que no se puede dar una única respuesta.
El primer paso para asegurar la minimización de los fallos es la selección de un lubricante correcto para el equipamiento. Dependiendo del sector de aplicación, existen una serie de clasificaciones y de recomendaciones ofrecidas por el OEM que deben ser aplicadas en todo momento. En caso de no poder acceder a esta información, es importante contactar con expertos en lubricación que puedan asesorarle al respecto de las características técnicas críticas del lubricante como viscosidad, tipos de bases adecuados, tipología de aditivación, etc.
A continuación, hay que asegurar también el buen estado del fluido seleccionado, y vigilar su puesta en marcha en la máquina crítica. Una de las recomendaciones más importantes es la de asegurar el nivel de limpieza del lubricante antes de poner en marcha la máquina. El aceite nuevo puede presentar un alto nivel de contaminación, por lo que conviene considerar la posibilidad de filtrarlo antes de introducirlo en el equipo.
En el caso de que se produzca un cambio de aceite, es importante evitar mezclas indeseadas que puedan dar lugar a reacciones que modifiquen las propiedades del fluido lubricante o el estado de las superficies. Por ejemplo, con una viscosidad inadecuada, el aceite lubricante no cumplirá con sus funciones durante el tiempo de vida útil normal, ni operará con corrección. La película de separación entre las partes metálicas de la herramienta o de la máquina será demasiado fina y se generará un contacto entre ellas, lo que derivará en un deterioro y, finalmente, en una avería técnica. Además, deben considerarse las posibles incompatibilidades químicas entre diferentes lubricantes. En este caso, es importante realizar un lavado (en terminología inglesa, “flushing”) con el objetivo de eliminar la mayor cantidad posible del lubricante antiguo previamente a su sustitución.
Por otro lado, es importante controlar los tres parámetros fundamentales para asegurar un buen comportamiento tribológico en funcionamiento: la degradación del lubricante, la contaminación del sistema tribológico y el desgaste producido en la máquina.
La monitorización de todos estos fenómenos es una de las mejores prácticas en el ámbito tribológico. La realización de análisis periódicos off-line o la aplicación de novedosas tecnologías de monitorización on-line dependerán de la criticidad y del tipo de máquina a estudiar.
Un correcto análisis on-line mediante sensores permite no solo conocer el estado del aceite lubricante con una serie de parámetros críticos, sino también el estado en el que se encuentra la máquina que emplea dicho aceite.